Por: Ruben Cedeño
Buenos Aires 2.8.2014

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Es tan esplendorosa la “Basílica del Espíritu Santo” de la parroquia de “Nuestra Señora de Guadalupe” en Palermo, bajo la custodia de la “Congregación del Verbo Divino” del barrio donde vivo en Buenos Aires, que me parecía un grave pecado de omisión, el que no le dedicara aunque fueran unas cortas líneas. Es maravilloso tener avistado un templo donde ir cerca de donde se vive y conectarse con el foco de esa radiación donde la comunidad suele orar. Esto es comulgar con Dios y con los demás, asunto que todo estudiante espiritual puede ejercitar.

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La majestuosa “Basílica del Espíritu Santo” sorprende por sus dos campanarios, su majestuosidad, rígida y simétrica belleza, sumamente armónica, de estilo entre el neo-románico y neogótico. Fue inaugurada en 1907 pero conservada en muy buen estado, ya que en el año 2000 se le hizo una importante restauración. Lleva en su fachada una importante talla de un calvario compuesto por un Crucifijo, María y San Juan. Al entrar impresiona y embelesa el interior por su policromía, la severidad de su estilo con bizantinismos de armoniosas líneas e innumerables detalles, sobresaliendo la riqueza cromática de sus variados vitrales. En todo el conjunto juegan numerológicamente el numero tres como símbolo de la Sagrada Trinidad y el Siete, significativo de tantos elementos en el universo.

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Lo primero que se percibe al entrar al templo es el poderoso mantram del Espíritu Santo: “VEN ESPIRITU SANTO” inscrito en castellano y por supuesto trae a la memoria la majestuosidad de la Octava Sinfonía de los Mil de Gustav Mahler que comienza con esta mística frase que es de un Himno Cristiano del Siglo IX. Si se accede por el lado derecho de la puerta, sorprende la efigie del Arcángel Rafael, que parece que estuviera vivo. La planta de la Basílica es de cruz latina, pero el todo simbólico de la iglesia esta concentrado en el ábside, conformando un autentico “Campo de Fuerza”, con un colmado de figuras rebosantes de un gran simbolismo totalmente metafísico, que no hace falta describir lo que se percibe, porque cualquiera que se detenga allí lo descubre sin que se le den mayores explicaciones.

Todo el ábside esta enmarcado con un arco de medio punto donde se lee en latín parte del mantram completo del Espíritu Santo que dice: «VENI CREATOR SPIRITUS, MENTES TUORUM VISITA, IMPLE SUPERNA GRATIA QUAE TU CREASTI PECTORA» que se traduce así: “Ven Espíritu Creador, de los tuyos tu mente a visitar, a encender en tu amor los corazones, que de la nada te gustó crear”. Frase que es un deleite meditarla mil veces mil y que desata poderes a quien sabe penetrar en su contenido oculto.

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En el punto superior del crucero de la media bóveda del ábside, sobresale el altorrelieve del “Patrón Electrónico” del Espíritu Santo, que es la figura de la “Paloma Blanca” descendiendo. De el bajan aristas representando los “Siete Rayos” y que según la iglesia católica los identifica con los “Siete Dones del Espíritu Santo”, que vienen a ser Piedad, Fortaleza, Entendimiento, Sabiduría, Consejo, Ciencia y Santo Temor de Dios. Durante el día para enriquecer todo este esplendor se ilumina por siete vitrales, cada uno con la representación hermosísima de uno de los Siete Arcángeles, uno por cada uno de los Siete Rayos y aunque no llevan sus nombres, sabemos que son: Miguel, Jofiel, Chamuel, Gabriel, Rafael, Uriel y Zadkiel. Debajo de cada uno de los Arcángeles dentro del mismo vitral hay un medallón con la representación de cada uno de los siete sacramentos de la Santa Madre Iglesia, que vienen a ser: Bautismo, o la purificación; la Confirmación; Penitencia o la transmutación de los errores cometidos; Eucaristía, que representa la unión con el Cristo Interno; Unción de los Enfermos, que es la caridad de visitar y ungir a los que sufren de alguna dolencia física; Consagración al Sacerdocio, que es la entrega de la persona como mediadora entre el Cielo y la Humanidad y el Matrimonio que místicamente es la unión definitiva con el Padre, Dios, la “Vida Una”. Mas abajo en el nicho central aparece entronizada la Madre María como la “Madre Divina Cósmica”, reina y Señora de todo el “Universo Manifiesto”, esta aquí como eje central del Cenáculo en el momento del Pentecostés rodeada con las efigies de los doce apóstoles de Jesús, seis de un lado y seis del otro, que metafísicamente representan los “Doce Poderes del Hombre” o “Aspectos Divinos”.

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Para terminar me referiré a un detalle curioso: En los laterales de las afueras de la Basílica hay algo que nunca había visto y es una especie de místico aljibe rodeado de una inmensa profusión flores multicolores y naturales, que con un permiso previo se pueden depositar las cenizas de personas desencarnadas e incineradas. Familiares y amigos de los que allí reposan viene a rezar y meditar, creando aquí un hermoso sitio de oración.