Emmet Fox

Por Emmet Fox

Un viejo adagio dice: “Dios tiene un plan para todo hombre, y tiene uno para ti”. Esto es totalmente correcto. Tu verdadero problema, por lo tanto –es más el ÚNICO problema-, es encontrar tu verdadero lugar en la vida. Logra eso y todo lo demás te vendrá casi automáticamente. Serás plenamente feliz, y con la felicidad vendrá la salud. Serás realmente próspero. Tendrás todos los recursos que requieras para hacerle frente a tus necesidades, lo cual significa que alcanzarás la liberación perfecta –ya que la pobreza y la liberación no pueden ocurrir al mismo tiempo. A menos que encuentres tu verdadero lugar en la vida nuca serás realmente feliz, sin que importe cuánto dinero o distinciones obtengas; hasta que seas feliz no serás ni saludable ni libre.

Quienquiera que seas, Dios no te ha hecho sin un propósito preciso. El Universo es un universo; esto es, una armonía unificada, un Plan Divino. Por lo tanto, no puede haber pieza alguna que esté mal adaptada, que no sea deseada, o que sea innecesaria. No podría suceder que Dios creara una entidad espiritual –como lo eres Tú- sin tener un propósito determinado, y esto significa que para ti hay un puesto especial y particular en dicho Plan. Dios nunca se repite a Sí mismo, por lo que nunca ha hecho dos personas iguales; y es por eso que no hay dos personas destinadas a hacer exactamente el mismo trabajo, o a expresarse en exactamente la misma forma. Ésa es la razón por la que cuando se comprende cabalmente lo dicho, desaparece la necesidad de las competencias. No es necesario, por ejemplo, que se encuentren dos mil personas luchando por conseguir el mismo puesto en la vida. Sea cual fuere dicha posición, sólo hay una persona que puede ocuparla cabalmente; y quedarán mil novecientos noventa y nueve puestos en algún sitio esperando a que el resto de la gente los encuentre.

Tu Verdadero Lugar

Pero, ¿cómo encontrará uno su verdadero puesto en la vida? ¿Existe un método mediante el cual puede descubrirse que es en realidad lo que Dios desea que uno haga? Puede que te sientas inclinado a decir: “Si es verdad que Dios tiene algo espléndido que quiere que yo haga y sea, ¿cómo puedo averiguar lo que es?” Quizás podrás hasta estar tentado a añadir: “Soy una persona muy sencilla y ordinaria; mis circunstancias son extremadamente limitadas; las condiciones de mi vida se reducen meramente a la monotonía común y corriente. ¿Cómo puede entonces, haber algo maravilloso, bello, espléndido esperándome? O, aún si esto fuera así, ¿cómo podría enterarme de ello?” Y la respuesta es divinamente sencilla. De hecho, ya en tu vida pasada, de cuando en cuando, Dios mismo te ha susurrado al corazón qué es esa cosa maravillosa que desea que tú seas, que hagas y que tengas. Y esa cosa maravillosa es nada menos que lo que se denomina el deseo de tu corazón. Nada menos que eso. El deseo más secreto y sagrado que yace bien hondo en el fondo de tu corazón, esa cosa maravillosa que casi ni te atreves a mirar, o siquiera pensar en ella… esa cosa que preferirías morir antes de que alguien fuera a enterarse, porque parece que está tan alejada de lo que eres o tienes en el presente, que temes que serás cruelmente ridiculizado si se divulgara el mero pensamiento de ella… eso es justamente lo que Dios está deseando que hagas o seas para Él. Y el nacimiento de ese maravilloso deseo en tu alma –el amanecer de ese sueño secreto-es la Voz de Dios mismo diciéndote que te levantes y subas más porque Él te necesita.

Punto focal de la Mente Infinita

Dios es Mente Infinita, y esa Mente está siempre buscando más y mejores expresiones, “porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” Ahora, ya que eres un ser humano, se supone que seas una nueva forma de expresión para Dios, un punto focal en la Mente Infinita; de hecho, algo así como el considerar una lámpara eléctrica como el punto focal para la manifestación de la corriente eléctrica en un circuito. Un punto focal para la auto-expresión Divina… eso es lo que se supone que seas; y si estás dispuesto a convertirte en ello, entonces estarás realizando tu destino, y experimentarás la absoluta y pura felicidad y armonía, así como un desarrollo eterno e ilimitado. Algunas personas lo han alcanzado pero son relativamente pocas. La gran mayoría tiene vidas cargadas de problemas de un género u otro que debe solucionar. Si uno cuenta con una perfecta salud (y cuán pocos tienen una salud realmente perfecta), probablemente tendrá dificultades financieras; o puede que se encuentre en problemas familiares, una vida hogareña infeliz. Si la salud, las finanzas y las relaciones en el hogar son satisfactorias, es probable que sufra alguna frustración en otro campo. Sea como fuere, la falta de plenitud y armonía de expresión en todo respecto resulta en alguna frustración por otro lado. En resumen, la ausencia de una total plenitud y armonía de expresión conlleva frustración; y frustración quiere decir problemas.

Causa de la enfermedad

La sicología moderna ha ido lentamente cayendo en la cuenta de que muchas enfermedades son atribuibles a la represión mental, pero nuestro estudio de la Verdad fundamental nos enseña que todos los problemas de la clase que sean son, en realidad, producto de que el individuo falla en ser un punto focal de expresión completamente libre para Dios.

Dices que eres infeliz, que no estás satisfecho, quizás estás enfermo o te faltan recursos, una falla; y esto simplemente es otra forma de decir que no le estás permitiendo a la Voluntad de Dios moverse libremente en tu vida –no estás haciendo lo que Él había decretado que hicieras. Estás a la deriva; o si no, estás tratando de hacer algo que Él nunca pensó que hicieras, y lo estás haciendo mal y estás distorsionando tu alma en el proceso.

No existe el castigo

Es inútil culpar a la Providencia de tus problemas, o esforzarte en echarle la responsabilidad a otra gente. El universo opera estrictamente de acuerdo con la Ley ya que Dios –entre otras cosas- es Principio (o ley), y donde la Ley opera no puede haber espacio para la idea de culpa. Si quebrantas la Ley, sufres las consecuencias, y eso es todo. No se trata de culpa y castigo. Es sencillamente una cuestión impersonal de causa y efecto. Puede que esto parezca duro al principio pero, de hecho, es garantía segura de tu victoria final y de la liberación. Es seguro que la ley impersonal te va a herir cuando operes contra ella pero, por la misma razón, es que te ayudará y te sanará cuando trabajes con ella.

Buscar Siempre en el Interior

Se puede concebir el alma humana como una apertura a través de la cual la Energía Infinita busca una salida creativa. Si la salida es un canal abierto y claro todo saldrá bien. Si, por el contrario, la salida se obstruye por lo que sea, la Energía Infinita, la fuerza de vida, se frustra y se constriñe, dando lugar a toda índole de presiones en el alma; y estas presiones se manifiestan como enfermedad, pobreza, miedo, ira, pecado y toda clase de dificultades.

Estamos ahora en posición de entender qué deberá ser el verdadero arte de vivir. Consiste en conseguir que este canal sea claro y mantenerlo así. Si hacemos esto, encontraremos que la salud, la prosperidad y la plena auto-expresión –en pocas palabras, la verdadera felicidad- serán su consecuencia.

La gente trabaja muy duro para adquirir salud; para alcanzar prosperidad; para lograr dones o talentos artísticos o literarios; para captar grandes ideas desde el exterior; y, por supuesto falla continuamente porque sencillamente no podemos “atraer” ni una sola de estas cosas desde el exterior al interior. El desarrollo en sí es justamente lo opuesto –todo tiene que ser liberado desde el interior para que aflore en el exterior. Dicho de otra manera, no hay que construir desde el exterior; nuestra tarea, como dice Browning, es “liberar el esplendor aprisionado”.

Quita el Pie

Se puede ilustrar perfectamente este proceso –la verdadera manera de obrar la naturaleza- mediante una anécdota sencilla. Cierto hombre estaba trabajando en su jardín, asistido por su pequeña hija. La niña se dedicaba a regar el césped utilizando la manguera común. Todo se desenvolvía sin contratiempos hasta que ella gritó de repente con desaliento: “¡Papi, el agua se fue!” El papá se volvió y, evaluando la situación, dijo calmadamente: “Quita el pie de la manguera”. La niña inadvertidamente había puesto un pie y gran parte de su peso sobre la manguera de caucho, y así, era responsable de la interrupción del flujo del agua. En seguida quitó el pie, con lo cual el chorro de agua brotó abundantemente de la manguera.

Cinco minutos después, de nuevo la niña volvió a exclamar “Papi, el agua se fue otra vez”. Su papá volvió a mirar, y observó que la jardinera había colocado ahora el otro pie sobre la manguera. Le contestó: “Bueno, quítale el pie de encima”. La niña lo hizo, y una vez más fluyó libremente el líquido. Esta vez, al aprender su lección, ya no repitió el error, y completó con gran satisfacción la tarea que había escogido.

La causa primordial de todos nuestros problemas es justamente esto. Detrás de todas las causas secundarias y aproximadas está el mismo error primigenio. Hemos estado actuando como la niñita del cuento; hemos estado poniendo nuestros pies y todo el peso de nuestra mentalidad sobre la manguera de la vida, quejándonos amargamente de que el agua no fluye. La tarea del hombre es la de manejar correctamente su Divina energía espiritual. Cuando lo logre habrá encontrado el lugar que le corresponde, y todo le saldrá bien.

Uso correcto de la Energía Divina

Sólo hay una energía fundamental en el universo, pero esta energía puede ser aplicada por nosotros ya sea constructiva o destructivamente, porque Dios nos ha dado libre albedrío. Cuando la usamos constructivamente, actuamos en armonía con la Voluntad de Dios, y nos mejoramos a nosotros mismos y a nuestras vidas en toda forma posible, ayudando de paso al mundo en general. Cuando la usamos destructivamente, nos hacemos daño a nosotros mismos, retrasamos nuestro progreso, y malgastamos una oportunidad de ayudar a la humanidad.

Usamos destructivamente nuestra energía siempre que pensamos o hablamos de miedo y limitación; cuando refunfuñamos, o cedemos a la auto-lástima, o damos rienda suelta a remordimientos inútiles o, de hecho, a cualquier forma de pensamiento negativo. Pero cuando más destructivamente usamos la energía que Dios nos ha dado es cuando consentimos pensamientos de crítica y condenación de otros. Toda amargura, resentimiento, orgullo espiritual y fariseísmo son métodos peculiarmente desastrosos de usar mal el Gran Poder, y es por eso que tal actitud causa terribles estragos en la vida de las personas.

Cuando caemos en estados de miedo, enojo o preocupación, nuestra energía Divina, en vez de fluir por algún trabajo creativo y positivo, se atasca dentro de nosotros mismos, como el agua de la manguera del jardín, y produce toda clase de problemas en el alma y en el cuerpo. Mientras tanto, ya sea que dejemos de hacer por completo nuestro verdadero trabajo en la vida, o que le privemos del suministro de la fuerza vital que deberíamos recibir, languideceremos como consecuencia, y caeremos en la mediocridad, la pobreza y el fracaso.

Serenidad

Esta es la razón por la cual los verdaderos líderes espirituales insisten tanto en la necesidad del altruismo, de perdonar a otros (y a nosotros mismos también), y en la necesidad de una actitud general de paz y buena voluntad hacia todos, ya que sólo así podremos obtener ese sentido de verdadera armonía y liberación interior que permitirá el claro y fácil flujo de la Mente Divina a través de nosotros. Sólo de esta manera nos podemos convertir en un canal libre para que la energía divina se exprese a sí misma al punto de Ser –que, por cierto, es nuestro verdadero Ser. Ese estado espiritual de conciencia en que la fuerza de la vida encuentra una salida fácil, esencial para experimentar cualquier clase de bien, es técnicamente conocida como serenidad, y la serenidad –nunca se cansan los grandes místicos de decírnoslo- viene de adentro. No puede ser impuesta de fuera mediante la manipulación de condiciones o circunstancias, o por ningún ejercicio de la voluntad, sino que sólo puede derivarse del libre fluir natural de nuestra energía Divina.

Es importante entender también que, para propósitos prácticos, la cantidad de esta energía que uno tiene a su disposición es limitada, y que todo aquello que se desperdicie en pensamientos o actividades innecesarias o frívolas, se nos debita de nuestro capital, se nos retira de las cosas que realmente importan en la vida. Si la gente tan sólo entendiera esto, se ahorraría una gran cantidad de desgaste natural en el curso del día. Y, si todo desperdicio es tonto, cuánto más mortal será el despilfarrar los recursos propios en pensamientos destructivos. Sin embargo, he conocido a personas –como supongo que es el caso de todo el mundo- que de hecho se han puesto a decretar los problemas, atrayéndolos indefectiblemente hacia sí mismos al emitir tales expresiones como que nuca tienen suerte, que están seguros que algún plan importante va a fracasar, que fijo van a enfermarse, y así sucesivamente. Así como un hombre de negocios ni soñaría en botar su dinero a la cuneta mientras camina por la calle, así aquél que entiende la Ley del Ser y cómo ésta trabaja no desperdicia pensamientos ocupando su mente en la desarmonía.

En cuanto a Dios concierne nuestro suministro de energía divina por supuesto, es ilimitado; no hay ningún otro tipo de verificación en cuanto a la cantidad de la misma que podamos apropiarnos o, por lo tanto, sobre lo que podamos ser o hacer. Sin embargo, para propósitos prácticos, sucede que en cualquier momento en particular uno puede extraer de la Fuente inextinguible sólo de acuerdo a la medida del propio entendimiento, así como uno puede extraer agua del Atlántico sólo de acuerdo al tamaño del conducto que uno utiliza. Si tienes una jarra de un litro, sólo podrás sacar un litro de agua de mar, aunque el número de litros de agua en el Atlántico ascienda a guarismos incalculables. Al mismo tiempo, vale la pena recordar que muy poca gente, de hecho, extrae de la energía Divina tanto como podría extraer, aún con su actual entendimiento. Casi todo el mundo se contenta tontamente con llenar su jarra, por muy pequeña que sea, hasta un nivel bastante lejos del borde.

Descontento Positivo

Ahora quedará claro para el estudiante que el descontento no es necesariamente algo malo. Por el contrario, se debe estar descontento con todo aquello que no sea la completa armonía y felicidad. El descontento es un mal sólo cuando adopta la forma de desánimo, cinismo o desesperación. Un descontento total en cuanto a la monotonía, las fallas y la frustración es tu incentivo para superarlos. Sin este descontento nunca encontrarías tu verdadero lugar. Pero, seas quien seas, tu verdadero lugar está llamando, llamando; y, en vista de que eres en realidad una chispa de la Divinidad, nunca estarás contento hasta que respondas.

Recuerda que este llamado es el llamado de Dios, y cuando Dios te llama a Su servicio, cubre todos los gastos en la moneda que sea. “¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas?”. Sea lo que fuere que requieras para responder a dicho llamado, Dios lo proveerá. Dinero, oportunidades, presentaciones, conocimiento, entrenamiento, liberación, solaz, fuerza, y valor –todo lo aportará Él, si te ocupas de Sus negocios y no de los tuyos.

El deseo de tu corazón es la Voz de Dios, y a esa Voz habrá que obedecer tarde o temprano.