ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Por Rubén Cedeño.
Libro “Madre María Madre de Jesús”
Con el gozo espiritual de vivir físicamente en el “Logro Victorioso de la Luz”, llegó el día en que la Madre María debía dejar el plano físico, pero como todos los átomos de su cuerpo físico eran completamente puros, radiantemente luminosos, no fue necesario que pasara por el trance llamado muerte y la corrupción del cuerpo. María, después de cumplir con el trabajo al que se había comprometido, casi a los ochenta años, entró en retiro un 10 de agosto y luego desencarnó. Su cuerpo fue llevado, en medio de los cantos de los Apóstoles de Jesús, hasta el “Torrente del Cedrón”, donde la sepultaron en una cavidad de piedra que seguramente había suministrado José de Arimatea, tal como lo había hecho con Jesús. Días después fueron a buscarla y no la encontraron. El 16 de agosto María había sido “Asunta”, dejando el sarcófago lleno de rosas blancas, con un olor que se expandía por el aire como una bendición, y lleno de una luz semejante a la de mil soles. En la tumba no encontraron su cuerpo, había sido Asunta, que es ir al cielo sin morir, por Gracia Divina; quiere decir que Dios la ascendió. En el lugar todavía hay un olor a rosas extraordinario.
Foto: Sarcófago vacío de la Madre María y Ruben Cedeño.