Ser Un Oasis en Medio del Desierto
Extracto de “Obras Completas (Plática en Ommen – Julio 29 1936)”
Jiddu Krishnamurti
¿Cuáles son los problemas del mundo? El pan de cada día, la desocupación, las guerras, los conflictos, los grupos políticos opuestos, el usufructo que unos pocos hacen de las riquezas del mundo, las divisiones de clase, el hambre, la muerte, la inmortalidad… éstos son los problemas del mundo. ¿Acaso no son también problemas individuales? Los problemas del mundo pueden ser comprendidos sólo a través del proceso que tiene su foco en cada uno de nosotros, el proceso del “yo”. ¿Por qué crear esta división artificial del individuo y el mundo? Nosotros somos el mundo, somos la masa. Si usted, como individuo, comprende el proceso de la división que implican el nacionalismo, el conflicto de clases y los antagonismos raciales, si ya no se considera más a sí mismo como holandés, francés, alemán o inglés -con todos los absurdos de la condición separativa-, entonces no hay duda de que se ha convertido en un núcleo de inteligencia. Entonces está combatiendo la estupidez dondequiera que usted se encuentre, aunque eso pueda llevarlo a luchar y a pasar hambre. Si comprendiéramos esto a través de la acción, podríamos ser verdaderos oasis en medio de los desiertos. El proceso del odio y de la división tiene la antigüedad de los siglos. Usted no puede apartarse de él pero puede, en medio de él, ser claro, sencillo, auténtico, sin todas las incrustaciones de las estupideces del pasado. Entonces verá qué gran comprensión y alegría puede traer a la vida. Pero desafortunadamente, en tiempos de grandes cataclismos y guerras, perdemos la cabeza. Se despiertan nuestros odios y miedos potenciales y nos arrastran. No somos el tranquilo oasis al cual pueda acudir la humanidad que sufre.
Es, pues, de extrema importancia comprender el proceso que engendra estas limitaciones, estos odios y sufrimientos. La acción nacida de la comprensión integral será una fuerza liberadora, aunque los efectos de tal acción puedan no revelarse durante nuestra vida o dentro de un período determinado. El tiempo no tiene ninguna importancia. Una revolución sangrienta no produce paz duradera ni felicidad para todos. En lugar de limitarse a desear paz inmediata en este mundo de confusión y angustia, considere de qué modo usted, el individuo, puede ser un centro, no de paz sino de inteligencia. La inteligencia es esencial para el orden, la armonía y el bienestar del hombre.
Hay muchas organizaciones para la paz, pero hay muy pocos individuos libres, inteligentes en el verdadero sentido de la palabra. Ustedes deben comenzar, como individuos, a comprender la realidad; entonces la llama de la comprensión se expandirá sobre la faz de la Tierra.